El talento como proceso y la práctica autogestionada.

Después de compartir algunas de las falsas creencias con las que asociamos el talento, tenía pendiente comentar algunas ideas con las que construir algo un poco más certero. Una de esas ideas que me gustan es la del talento como proceso. Algo dinámico que podemos planificar, autogestionar, desarrollar y que implica algún tipo de aprendizaje y desarrollo de habilidades. Esta idea (o ideal) cambia algunas cosas. Trabajar con ella implicará otras maneras de hacer y de “construir” el talento. Otro de los ideales es que todos tenemos el potencial necesario para desarrollar diferentes tipos de talento y habilidades a lo largo de toda la vida.

Y es que estamos muy bien equipados para desarrollar habilidades, algunas de forma natural, como investigar por ejemplo, somos grandes investigadores desde la cuna ¡ Otras muy complejas como enseñar, planificar, escuchar, inspirar… Y el aprendizaje está necesariamente involucrado en el desarrollo de los diferentes talentos y habilidades necesarias para la vida o específicas para un contexto laboral o profesional.

Así que… la mejor parte de la cuestión, el aprender, está al alcance de cualquiera. Otra cosa es como mejor aprendemos y como vamos perfeccionando nuestro aprender. Este me parece un tema muy interesante y tiene relación con la práctica autogestionada, de la que hablaremos un poco.

La otra parte de la cuestión consiste en practicar mucho y bien, y esto también está al alcance de cualquiera, aunque me parece que cuesta un poco más. En algún otro post creo que comentamos algo sobre las investigaciones relacionadas con la práctica intensiva o deliberada para desarrollar el talento. Parece ser que la excelencia que alcanzan algunos talentos deportivos está directamente relacionada con la cantidad de entrenamiento que han acumulado durante su vida. La cuestión que se resalta en este tipo de trabajos es que independientemente de las capacidades que uno tenga, será necesaria mucha práctica para adquirir el expertise de los “grandes talentos”.  Esto cubriría la cuestión de practicar mucho, no tanto la de practicar bien.

Quizá la popularidad de estos estudios[1] sirva para poner a disposición del gran público la importancia que tiene la práctica y no las capacidades innatas y esto está muy bien, pero creo que hay mucho más. Me refiero a que asociar talento a desempeño de éxito, o a niveles altos de excelencia o de reconocimiento o de prestigio es poco en comparación con todo lo que puede haber.  Sobresalir en determinada actividad, habilidad o destreza, puede ser interesante, pero no es lo único que podemos hacer. Un enfoque  basado en la excelencia de algún tipo de actividad, podría dejar de lado otras muchas habilidades necesarias para la vida, que están vinculadas a nuestro desarrollo, disfrute y bienestar.

Es decir, y sin renunciar a nada, incluiría además nuestra habilidad para decidir cuáles son los asuntos en los que me gustaría, quiero o necesito progresar, destacar o “exceler”.  Y llegar a la excelencia en algún ámbito específico dependerá de diferentes cuestiones, direcciones, elecciones, oportunidades, práctica, pero siempre estará implicado el aprendizaje.

Así que lo que hay, o lo que se “juega” fuera de las canchas, del mundo de la competición, o el ajedrez y de los ejecutiv@s de éxito son nuestras habilidades para la vida, para el trabajo, para relacionarnos con otros y para dirigir nuestras vidas. Eso es lo que puede incluir el talento como proceso e implicará siempre el aprendizaje de habilidades así como un enfoque “diferentemente” intensivo sobre el tipo de prácticas a realizar. 

Porque la mayor parte de las habilidades requieren algo más y algo diferente que un entrenamiento intensivo de protocolos, del tipo “cuanto más mejor”. Incluso la experiencia continuada no es necesariamente útil para hacer progresar una habilidad. Identificar la secuencia correcta no siempre es posible cuando se trata de escuchar, enseñar, comunicar, imaginar, crear…, entre otras cosas porque no hay una secuencia “correcta” Parte de esas habilidades implican una comprensión más profunda del qué, cómo y porqué hacemos lo que hacemos y no una simple disgregación de la habilidad en comportamientos específicos. Los que estáis familiarizados con el Modelo de Autogestión de la DBM ® de J. McWhirter, sabréis lo útil que puede ser. Desde mi experiencia es un modelo de intervención realmente efectivo (incluyo muchas maneras de ser efectivo) para el desarrollo de habilidades.

Para los que no, mi propuesta es cambiar la idea de la práctica deliberada o intensiva por una práctica más autogestionada. Y empezar a utilizar la base de experiencia que cada uno tenga, que será mucha, porque liderazgo no es solo lo que “hago” en la oficina ni la planificación consiste solamente en objetivos y cifras, así como la creatividad, la investigación o la colaboración con otros trasciende los espacios y los tiempos con los que solemos asociar algunas de las habilidades nuestras.

Muchas de las habilidades que como adultos pensamos no tener, las tenemos¡ 🙂 pero no las ponemos en práctica o no lo hacemos en determinados contextos. Otras veces las tenemos¡ 🙂 pero no sabemos muy bien que, como y porqué hacemos lo que hacemos, por tanto lo tenemos difícil a la hora de practicar. Y algunas veces no las tenemos 😦 pero las podemos aprender¡ :-). Aunque en este tipo de habilidades útiles para la vida y el trabajo mi experiencia es que no partimos de cero. Sospecho que por eso es tan difícil aprender algunas, no porque no las tenemos, sino porque hemos aprendido y mucho, aunque no siempre todo lo aprendido es útil y efectivo y aunque lo sea, puede dejar de serlo con el tiempo.

La autogestión, el investigar algo más sobre la base de nuestra experiencia es una buena forma de desarrollar habilidades. Tener las ganas de hacerlo o mejor, “hacer” las ganas es también posible. Dejaremos la motivación para el siguiente post.

Pilar Mamolar


[1] G. Colvin  “El talento está sobrevalorado”; Dan Coyle “las claves del talento” o Malcom Gladwell, autor de «Los Fuera de Serie»

2 pensamientos en “El talento como proceso y la práctica autogestionada.

  1. ¡Hola Pilar!

    Leo y encuentro»muchas cajas» por abrir. Me contagia el deseo de aprender y «desaprender» mientras miro intentando encontrar o simpemente buscando.

    Estoy de acuerdo con la parte de la práctica, quiero decir que el entrenamiento, cuanto menos lleva a la consciencia y supongo que la perseverancia lleva a la excelencia.
    A su vez conecto con el tratamiento de la incomodidad que tantos caminos me ha abierto a la hora de planificar actuaciones diferentes.

    Como siempre, tu post tiene tanto cromatismo como el Retiro en Otoño y tendré que volver a él varias veces.
    De momento quería agradecerte tu reflexión y la bilbliografía.
    Muchos besos
    Paloma

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  2. Gracias a ti por tus comentarios que tanto me hacen allendear.
    Estaba pensando en esa cuestión del perseverar y lo he relacionado con varias cosas, con cosas sencillas como mejorar una receta de cocina, o con cosas más complejas como nadar o recordar (traer cosas a la memoria) o la transición que comentábamos el otro día de trabajar por cuenta propia. En todos estos ejemplos yo recuerdo el tiempo en el que perseverar era casi, casi, empeorar, algo así como hacer fuerza para… ir a peor, o sea platos poco sabrosos o que me sacaran de la piscina sin aliento o una transición fallida. Hubo algún momento donde si hubiera hecho balance del perseverar, con un criterio de esfuerzo sin mucho resultado, hubiera tirado la toalla… pero… (y eso me ha recordado algo que escribí en un block de notas de hace mil años cuando sentía que algunas cosas necesitaban aprenderse 2 veces) …ahora sé que durante una parte de mi aprendizaje el esfuerzo era más intensivo sin saber en detalle qué mejorar o como hacerlo. Cuando fui explorando más el proceso, sea cocinar o cosas más complejas, seguía perseverando y practicando pero de forma diferente. No es que dejara de practicar, pero la práctica no era tanto intensiva como cualitativamente diferente. Para algunas habilidades es fácil hacerlo solos, para otras necesitamos ayuda o buenos modelos o buenos modeladores (mejor modeladores que coaches) o educadores.
    Interesante la cuestión de perseverar.
    Gracias Paloma, un beso.
    Pilar

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