Jornada sobre Gregory Bateson

No estaba segura de escribir este post, entre otras cosas por la complejidad y los muchos matices de una jornada de más de 11 horas que incluyó muy diferentes tipos de comunicación: apertura y presentación, talleres, metálogo, cine, coloquio, preguntas, respuestas, cierre… Dudaba de como empezar o qué tipo de comunicación describir: la más afectiva, por el reencuentro de compañeros y amigos con los que he compartido horas de aprendizaje y experiencias; la comunicación de los ponentes; las distintas maneras de expresar o compartir un legado, el trabajo activo de los participantes del encuentro, el lenguaje de la de la propia película y de sus protagonistas, incluido el propio Bateson… ¿por dónde empezar?

Esta mañana he estado en la Universidad y una compañera, con la que compartí la información del evento, me comentó que sentía no haber podido asistir y me preguntó qué tal había ido. No recuerdo como comencé porque estaba tan encantada con la pregunta, que enseguida empecé a hablar del interés de sus ideas (las de Bateson) para la educación, para la enseñanza de un tipo de pensar, para aprender y enseñar a investigar … y más allá de la conversación, he mantenido activa esta pregunta durante el trayecto a casa.

Empecé a leer a Bateson cuando comencé mi investigación formal sobre aprendizaje autodirigido hace apenas dos años. Quiero resaltar esto porque desafortunadamente no le conocí durante la carrera, sino mucho, mucho más tarde y de la mano de quien probablemente mejor comprende su trabajo, John McWhirter.

Algunos de los libros que empezaba a leer, mente y naturaleza, el temor de los ángeles o pasos hacia una ecología de la mente, me producían una extraña y emocionada mezcla entre curiosidad, perplejidad y ganas (más ganas) de comprender su pensamiento. Y aunque no entendía muchas de sus premisas, seguía empeñada en su lectura. La lectura me resultaba fácil, no así la comprensión, era una especie de enamoramiento. Mientras tanto, apenas sin darme cuenta, estaba experimentado esas mismas ideas en el programa de Terapia y Consultoría Sistémica. Solo durante y después de esta jornada, caía plenamente (como suelo caer yo y he documentado ya) en esta co-existencia.

La primera evidencia clara de este hecho, -del hecho de que a pesar de no comprender a Bateson había estado practicando sus ideas-, la tuve en el taller de John, por la mañana. Fue un taller realmente interesante y su comprensión podría hacerse a distintos niveles y en diferentes tiempos. De modo que no es lo mismo que te preguntes o te pregunten al finalizar: ¿cómo ha ido el taller? que te preguntes dos días después. Y yo necesito tiempo. Pero ya entonces fui más consciente de que las ideas que presentaba John influidas por el pensamiento de Bateson, las había experimentado¡¡. Puede que no comprendiera en toda su extensión que “nada proviene de la nada” o que la “ciencia nunca prueba nada”, pero después de haber practicado esos principios ya no sería posible volver a una “nada” anterior. También yo me había transformado.

Ideas como el tipo de pensamiento que hacemos, las herramientas de pensar que utilizamos, las abstracciones que formamos, la especialización de la ciencia, los contextos, nuestra relación con el entorno, las bellas ideas, las ideas peligrosas, los patrones, la falacia del pensamiento causal, los tipos de cambios que hacemos en el mundo, la manera de mantener vivas las cosas, la relación entre cantidad y cualidad, estructura y función…, no era necesario “nombrar” las ideas de Bateson, las seguíamos construyendo, no habíamos dejado de hacerlo.

Otra de las comprensiones o conclusiones en proceso, ya mas “objetivada” o elaborada “desde fuera” como espectadora de esta jornada, es la posible distinción que se me ocurre hacer entre divulgar (qué), practicar (cómo) y comprender (porqué) en términos de continuar un proceso, de compartir un pensamiento o de dar continuidad a un maravilloso trabajo. Y tres posibles y hermosas maneras de desarrollar un legado. Algo que se me antoja útil y prudente distinguir si queremos cuidar y mantener vivas las cosas, mejorar nuestra propia comprensión de las ideas de un pensador y llevarlas más allá.

Para mí ha sido muy bonita esta experiencia y quiero expresar mi agradecimiento a todos los que allí estuvieron e hicieron posible esta jornada. Antes de ir, yo estaba atendiendo a todo lo que no sabía sobre las ideas de Bateson, ahora está disponible todo lo que he estado “haciendo” y practicando. Tiene mucho sentido eso de “hacer” las ideas, como hacer la felicidad, la motivación o el talento. Creo que por eso se veía tanto movimiento en la sala, aunque no interviniéramos con muchas preguntas. Y creo que a eso se refería Tim Ingarfield al cierre de las jornadas, cuanto habló de una intervención “muy activa” de los participantes. En muchos sentidos hicimos muchas cosas sin nombrarlas.

Pilar Mamolar

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