La fuente principal de este post es un texto de Robert Jay Ginn “Discovering Your Career Life Cycle”. El autor se basa en algunas investigaciones realizadas en el año 70 y en su propia práctica como orientador. He adaptado ese texto y también he incluido mi propia experiencia y mi literatura, pues me he permitido varias añadiduras: interpretaciones arquetípicas y metáforas que añaden o complementan algunas de las metáforas que utiliza del autor; líneas de investigación sobre las nuevas carreras definidas con los términos “boundaryless” o “protean career”; algunas distinciones DBM® especialmente útiles para el desarrollo de la carrera; y algunas de mis propias experiencias y de otras personas cercanas a mí. En seguida me di cuenta de que estaba escribiendo principalmente para Mujeres y que relataba algunos pedacitos de su experiencia o de la mía. Lo que empiezas a leer es más bien la historia de un viaje, de un mito, entendido como “algo que nunca existió pero que siempre está sucediendo”. Esta definición de Jean Huston es perfecta para el tipo de modelo que se describe aquí. He disfrutado con el texto original y he ido tejiendo esta especie de patchwork-post sobre la carrera, sus heroínas y sus héroes, sus ritos de paso, sus encantamientos y sus hechizos. Finalmente su vuelta a casa. Todo ello nutre mi actividad investigadora, que no solo incluye artículos especializados, congresos, tesis…, sino también historias anónimas, cuentos, mitos, y cine clásico que no me canso de ver. Aún alguien podría calificarlo de poco serio. Puede ser. Pero también de esto va el texto, de la libertad para poder decepcionar a algún tipo de autoridad real o imaginaria. Como el texto es muy largo he decidido publicar cada etapa en un post. En este primer post se incluyen los comentarios del autor sobre el contexto que describe (años 90) y la primera etapa de viaje.
El autor comienza el texto describiendo el escenario de finales de los 90 y la manera de construir la propia identidad vocacional y la carrera. La inestabilidad, ansiedad e incertidumbre que caracterizan la sociedad de los 90 es aplicable al momento actual, en el que se agravan e intensifican las condiciones de riesgo y falta de oportunidad en el empleo. Pero antes de la crisis económica, las nuevas carreras ya habían dejado de ser lineales y se diluía el ciclo natural de educación-empleo-retiro.
Las sociedades post-modernas exigen flexibilidad y nuevas habilidades, -no únicamente técnicas o específicas-, para mantenerse activo y moverse fácilmente entre trabajo y trabajo. Habilidades para construir redes de relaciones, aprender a lo largo de la vida o emprender, son las habilidades demandadas por las nuevas sociedades desde la década de los 90. Habilidades de auto-conocimiento y auto-comprensión para construir la propia carrera y e identidad vocacional constantemente, son ahora imprescindibles para el individuo. En este escenario cada persona necesita estar en la tarea de ser él o ella misma… Mucha libertad aparente y mucha inseguridad.
La nueva “seguridad” ya no puede construirse a partir de las oportunidades de empleo y se estructura en torno a la idea de aprendizaje a lo largo de la vida. Pero existe el miedo. El Miedo y desamparo aprendido pueden paralizar a nuestro héroe-trabajador en el momento en que necesita toda su conciencia de sí mismo con el fin de competir eficazmente en situaciones de riesgo y de falta de oportunidad.
El modelo de 9 etapas que describe el autor habla de los posibles patrones de desarrollo que subyacen a la resistencia de muchos trabajadores a crecer (como sinónimo de individuación) y de crear nuevas respuestas a las nuevas exigencias de un sistema creado al margen de los ciudadanos, su bienestar y su crecimiento.
Estos patrones que describe el autor a partir de 9 estadios o fases en el desarrollo de la carrera constituyen un viaje o búsqueda que cada uno de nosotros puede experimentar en distintos momentos de su carrera. Un viaje lleno de obstáculos y de esperanza para construir un futuro mejor para sí mismo y para otros. Un viaje que habla del miedo y la histeria que se está convirtiendo cada vez más en el pan de los trabajadores de las sociedades “avanzadas”.
Comencemos este viaje.
Estadio primero: la absoluta confianza en la Autoridad externa.
El autor incluye dos grandes hipótesis y trampas comunes y profundamente enraizadas aún en la conciencia colectiva: que hay una carrera adecuada para mí y que existe algún tipo de Autoridad externa que me indicará cuál es. Esta Autoridad puede adquirir muchas formas más o menos mágicas o reales, de carne y hueso en forma de familia, amigos o toda una troupe de profesores, asesores, coaches, orientadores…. En este estadio estamos atrapados en el reino de la dependencia de la Autoridad externa, -que puede aún no haber sido revelada a nuestro héroe o heroína- pero que asumirá cierto control para elegir la decisión más adecuada, si no “La correcta”.
El locus de control en la búsqueda de esa carrera para mí y mi crecimiento vital es externo y lo seguirá siendo durante gran parte de este viaje, hasta que pongamos rumbo de vuelta a casa. Mientras estamos cómodos en este estadio, todo puede ir aparentemente bien, y no será fácil dejar de creer…: a menos que lleguemos a la conclusión de que hay esperanza de algo mejor.
La pregunta en la primera etapa es si vamos a hacer algo. El miedo, la pereza y la complacencia son los principales enemigos aquí. Es seguro dejar que algo o alguien defina la vida por nosotros. No somos culpables de los errores. Ni responsables de cómo vamos a usar nuestros dones o incluso decidir cuáles son o serán. Muchas de las difíciles pruebas y decisiones para desarrollar la carrera se pueden evitar fácilmente si no tomamos la decisión… ¿correcta?
Tenemos que tener claro que el crecimiento profesional es en gran medida un proceso impulsado por la inestabilidad, la incertidumbre, la inseguridad, el miedo, el vacío… pero todo ello puede ser una fuente de crecimiento y sabiduría. Si no hay nada de eso para crear incomodidad cognitiva en la primera etapa, la persona simplemente no crecerá. No es una llamada al sufrimiento inútil. Es más bien una llamada de atención, un “hic sunt dracones” en nuestro mapa de ruta que nos recordará que podemos utilizar nuestro miedo para avanzar de forma segura por un territorio no conocido e inexplorado. No hay grandes e irreversibles decisiones que tomar aquí. El miedo forma parte del desarrollo. Utilizarlo de forma útil para seguir avanzando puede ser la mejor forma de navegar en momentos de turbulencia.
Una de las fuentes de incomodidad en esta primera etapa es lo que descubrimos acerca de la vida y las carreras: que no siguen caminos lineales o definiciones certeras. Que hay múltiples alternativas y la persona debe tomar decisiones y establecer prioridades sobre la base de una evaluación de habilidades, intereses, valores, capacidades y oportunidades. Pero esta realidad no se percibe totalmente hasta haber viajado un poco más.
Como hay muchos obstáculos para seguir creyendo en la Autoridad y muchas empresas están poco dispuestas a ofrecer, -no ya seguridad-, sino al menos cierta condición de posibilidad, salir de aquí cuanto antes puede ser necesario para nuestra propia supervivencia profesional. Pero iremos poco a poco construyendo seguridad. No olvidemos que para muchas personas, sobre todo las generaciones límite y anteriores a los Baby-boomers (nacidos entre 1945 y 1964), salir de esta linealidad supone un cambio significativo. Por otra parte podemos mantenernos en esta etapa, tanto si estamos en una situación de transición en el empleo (pérdida, búsqueda, adaptación), como si estamos activos o mantenemos una posición de mando dentro o fuera de una organización. El efecto puede ser parecido, miedo a tomar decisiones, a cometer errores y a correr riesgos. Miedo a aquello que pueda erosionar o arriesgar una identidad profesional construida al margen de nosotros.
En el siguiente post: Segunda Etapa: Conciencia de posibilidad de haber tomado una decisión «equivocada».
Pilar Mamolar